Dorángel Vargas "El Comegente"




“No me arrepiento de lo que he hecho, porque me gusta la carne. Hice lo que dice la Iglesia, compartir mi pan”.





Dorángel Vargas, el comegente



Asesinatos, crímenes de diversos tipos y delincuencia generalizada. Son tres de las cosas que cada vez se ven con más frecuencia en muchos países latinoamericanos, siendo esa criminalidad en ocasiones  un reflejo de las desigualdades o entorno socio-económico o cultural. Pero profundizando más en lo que a los criminales refiere, tal vez ningún tema cause mayor interés, fascinación  y repulsión a la vez, como los asesinos seriales, ya sea por su manera de actuar, por la crueldad con la que podía llevar a cabo sus delitos, o sencillamente por su cinismo, hace de ellos, un tema de conversación que no se desgasta.

Curiosamente, y no es secreto para nadie, Estados Unidos, a pesar de contar con una criminalidad relativamente baja, así como otros países desarrollados,  cuentan con la gran mayoría de criminales de este calibre, mientras que en países como los de América Latina, la criminalidad es más alta, pero casi no se ven criminales de este estilo, sino más bien delincuencia o “hampa” común. Sin embargo, esta afirmación no quiere decir que de vez en cuando no aparezca un homicida serial a hacer de las suyas. Sumado a ello, recordemos que en varios países de la región los cuerpos policiales corrompidos, no hacen un muy buen trabajo o sencillamente dejan el caso, como un crimen aislado, dejando la posibilidad de que existan más asesinos que aprovechándose de ello, puedan actuar con más libertad y sencillamente lo ignoramos.

El día de hoy hablaremos de uno de esos asesinos seriales nacidos en Latinoamérica. La historia de quien pasó a ser el primer asesino en serie confirmado de Venezuela, y aún a día de hoy sigue siendo recordado, por su forma de ser y especialmente por ser un caníbal confeso. Hoy en El Cuarto Oculto, conoceremos la historia de José Dorángel Vargas Gómez, “El Comegente”.






Dorángel Vargas nació en la localidad de Caño Zancudo, estado Mérida, Venezuela, el 14 de mayo de 1957. Siendo uno de los diez  hijos de Pedro y Guadalupe Vargas. Su familia era de origen muy humilde y por ende, de muy escasos recursos, por lo que Dorángel apenas llegó al sexto grado de educación primaria. Desde muy joven comenzó su carrera criminal, aunque con delitos menores, pues junto a un grupo de personas se dedicaba al robo de gallinas y ganado, sin embargo, en esos tiempos, ya comenzaba a demostrar que algo andaba mal en su cabeza, resulta ser que sus compañeros de fechorías, comentaban que Dorángel muy raro y tenía una afición por comer carne cruda, además de que veían como brotaba la sangre de sus alimentos cada vez que masticaba algo. Se llegó a decir que incluso llegó a amenazar con un machete a uno de sus hermanos en una ocasión y a su madre en otra, obviamente su familia no sabia lo que tenía.



Tres arrestos


Por los delitos concernientes al robo y hurto de gallinas y ganado, Dorángel tuvo dos arrestos, pero al ser crímenes menores era liberado rápidamente, sin embargo, no fue sino hasta 1995 cuando se llevó a cabo su tercer arresto y el más grave. ¿El crimen? Asesinar a un hombre llamado Cruz Baltazar Moreno, persona a la que Dorángel golpeó hasta matarlo y que más adelante se comió. El asesinato fue descubierto y denunciado por Antonio López Guerrero, un indigente de la zona. Obviamente la policía procedió al arresto, declarándolo culpable por el homicidio e ingesta de Cruz Baltazar. Sin embargo, gracias a su comportamiento errático, decidieron hacerle exámenes médicos, donde se le diagnosticó un caso de esquizofrenia paranoide. Ese diagnostico, permitió que Dorángel no fuera a una cárcel, sino que fue recluido en el Instituto de Rehabilitación Psiquiátrica de Peribeca, en Mérida.




Tras pasar dos años recluido en el instituto mental, finalmente fue liberado, puesto que ya no era considerado un peligro para la sociedad. Irónicamente, ese no fue sino el detonante de todo. Pues lejos de mostrar arrepentimiento o locura, el hombre buscó a Antonio López Guerrero y en represalia por denunciarlo, este pasó formar parte del menú de Dorángel.



El Río Torbes


Tras consumar el asesinato de Antonio López, Dorángel decidió huir al estado Táchira, específicamente en Tariba, cerca del Río Torbes, este se fue con un ex-compañero de celda llamado Manuel, allí vivirían como unos indigentes cualquieras. Cerca de este río, levantó un rancho hecho de madera y zinc, que serviría como su humilde morada. No obstante el apetito de Vargas, no paraba, por lo que decidió que Manuel seria su próxima victima. El comegente, emborrachó a Manuel y finalmente lo mató. Con el cadáver hizo unas empanadas que no solamente él comería, sino que las vendió a otras personas de la zona, quienes alabaron su sazón, pero que evidentemente ignoraban  el origen de las carnes. Esta actividad la haría varías veces. No obstante, muchas de esas personas de ves en cuando se preguntaban de donde sacaba Dorángel la carne, pero no lo decían, después de todo, él compartía con ellos. Con Respecto a este ese asesinato Dorángel declararía años más tarde lo siguiente: 

“Manuel era un buen pana, pero era tan simpático que me pregunté: Si es tan buena gente de seguro debe saber bien sabroso. 

En un descuido acabé con él y lo convertí en el relleno de unas empanaditas que todo el mundo alabó”
“No me arrepiento de lo que he hecho, porque me gusta la carne. Hice lo que dice la Iglesia, compartir mi pan”.




Lamentablemente la lista de victimas no pararía ahí, Dorángel aprovechándose de su imagen de indigente, no podía levantar sospechas, por lo que con más frecuencia comenzó a cazar a sus victimas, las cuales solían ser otros vagabundos, deportistas que frecuentaran la zona y obreros que pasaran por ahí. Su modus operandi era el siguiente: Armado de una vara metálica, en forma de lanza, que cargaba siempre y de la que todo el mundo ignoraba su verdadera misión, golpeaba a sus victimas en la cabeza, los arrastraba hasta su rancho, donde procedía a descuartizarlos y finalmente se los comía. Las únicas partes del cuerpo que este hombre desechaba porque según él eran muy difíciles de cocinar y masticar, eran las manos, las cabezas y los pies. Por lo que tiraba esos “residuos” en las cercanías del río, cabe destacar que las aguas del Río Torbes son rojizas, dado su suelo arcilloso, por lo que a la hora de lavar la carne o tirar partes de los cadáveres, hacían más difíciles de detectar algo. Aunque las denuncias por desapariciones ya eran algo frecuente.

El día 12 de febrero de 1999, unos excursionistas que iban caminando cerca del río, encontraron algo extraño entre unos matorrales, al acercarse, se llevaron una gran sorpresa, lo que encontraron era nada más y nada menos que las manos y los píes de una de las victimas del comegente. Estos ni cortos, ni perezosos salieron corriendo del lugar para llamar a la policía. Una vez llegaron los funcionarios, las hipótesis no se hicieron esperar;  se contempló la posibilidad de que una secta satánica operaba por el lugar o que alguna banda de narcotraficantes había elegido las orillas del río como lugar de desechos humanos, sin embargo, las averiguaciones hicieron que ambas hipótesis perdieran valides, por lo que decidieron revisar mejor el lugar y los sitios aledaños, fue así, que después de varios días de investigación, dieron con la “casa” de Dorángel, en el sitio recolectaron viseras guardadas en frascos de vidrio, y tres cabezas humanas, listas para ser preparadas más adelante, se le acusó de cometer aproximadamente cuarenta homicidios, aunque este reconoció sólo ocho al principio. Como dato relevante, debemos decir que Dorángel, no tenía una refrigerador, por lo que todo estaba a temperatura ambiente. Después de esperar un rato, las autoridades arrestaron al comegente cuando este llegaba a su hogar, había sido atrapado un asesino serial.



Imagen del Río Torbes, pero concerniente a otro caso


Imágenes reales
Dorángel siendo entrevistado y uno de los píes encontrados


Tras efectuarse el arresto, los canales y medios de todo tipo querían saber más acerca del asesino en serie, lo realmente interesante es que este concedía las entrevistas sin problemas y no escatimaba en contar los detalles de cómo mataba. Confesó además que nunca mató mujeres, ni niños, que prefería comer la carne de hombres jóvenes, y alegó que lo que él hacia no estaba mal, y que comía cuando tenía hambre. Dijo además que asesinaba aproximadamente dos personas por semana, todo ello entre los años de 1998 y 1999, por lo que la cifra de cuarenta muertes, no suena tan descabellada. Entre las declaraciones más memorables destacan:

“Los hombres son más sabrosos, saben recio como cochino (cerdo) salado, como jamón, da gusto comer un buen macho, las mujeres son dulces, es como comer flores y te dejan el estomago flojo, como si no hubieses comido”.

“Nunca maté a hombres gordos, tienen mucha grasa y eso tiene mucho colesterol, con la lengua se puede hacer un guisado muy bueno y los ojos son buenos para hacer sopa”.

“Yo cocino preferiblemente la panza de mis muerticos, porque ahí se encuentran los sabores más exquisitos.
Lo que menos me gustan, son los píes, manos y cabezas, me dan muchos gases e indigestión, por eso los boto por ahí, aunque cuando el hambre pega, los recojo y los uso para hacer sopas”
“Claro que como gente, cualquiera puede hacerlo pero hay que lavar bien la carne y condimentarla bastante para evitar el contagio de enfermedades”.


Dorángel Vargas fue sentenciado a 30 años de prisión, pena máxima en Venezuela, sin embargo, los reos de la prisión a la que este seria enviado, pidieron que no efectuaran el traslado, manifestando temer por sus vidas. Se contempló llevarlo de nuevo al Instituto mental de Peribeca, pero los “locos”, mostraron cordura y manifestaron no quererlo allá tampoco. Dorángel Vargas actualmente paga su condena en la sede de PoliTáchira, en la que se encuentra desde 1999.






Altercado de 2016



En el año 2016, en la sede de PoliTáchira, se efectuó un motín, que duró varios días en el cual se denunciaría canibalismo por parte de los reos. Pues dos de los reclusos desaparecieron y la policía siempre daba vueltas a la hora de responder a las familias, aparentemente, en los calabozos de Politáchira, un reo mandó a asesinar a Anthony Correa y Juan Carlos Herrera, ambos serian colgados, desangrados, desmembrados y encargaron al comegente como chef para que los cocinara, este los preparó con un arroz, los reclusos que se negaran a comer de los muertos, eras castigados, pues les cortaban algunos dedos. Según declaraciones de una persona anónima a un medio del país, Dorángel fue obligado a cocinar a la victimas dentro del motín. Aunque, el tema sigue sin esclarecerse del todo.






Actualmente quienes van al sitio donde El comegente está recluido, dicen que siempre se lo ve colaborando dentro de ese lugar, barriendo, recogiendo la basura y algunas veces ayuda en la cocina. Dorángel ha ofrecido varias entrevistas, manifestando una vez que quería de cumpleaños una pierna humana. El comegente pasó rápidamente a ser una de las personas más reconocidas dentro de la cultura popular venezolana, siendo tema de conversación aún en nuestros días, su caso es uno de los más interesantes y muchos aún debaten, de si está loco como han dicho los médicos o si por el contrario, está cuerdo y sabe lo que hace, pues este enigmático personaje, recuerda con claridad los hechos, reconoce haber matado y no muestra arrepentimiento alguno.



Dorángel recogiendo la basura


Dorángel Vargas en la actualidad


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